viernes, 16 de mayo de 2014

La reina de los condenados de Anne Rice: el texto simbólico de Mekare y Maharet como su descifradora.




A inicios de marzo, Anne Rice anunció el regreso de sus Crónicas vampíricas con el lanzamiento de su undécimo libro: El príncipe Lestat. Durante su participación en The Dinner Party Show –podcast conducido por Eric Shaw Quinn y Christopher Rice-, reveló que será una secuela de La reina de los condenados, cuya obra será una gran crónica sobre Lestat y otros vampiros y lo que están haciendo actualmente; cómo están superando lo que les ocurrió; y cómo Lestat maneja la posibilidad de convertirse en una especie de líder de vampiros. Expuso que algunos de sus personajes de sus primeras novelas regresarán para su entrega, y que firmó un contrato con su editorial para escribir el siguiente libro en la nueva serie, tentativamente titulado: Paraíso de sangre (H. Morando, 2014: Revista Rolling Stone). 

El advenimiento de una sexta saga aclararía muchos misterios de las Crónicas Vampíricas y Nuevas Historias de Vampiros; pero el mayor de todos que casi se olvida es el mensaje simbólico que usó Mekare en La reina de los condenados -tercera y última parte de la primera de cinco sagas de Anne Rice- para revelarse y eliminar a Akasha, y cómo Maharet lo codificó para lograr tal fin. Por ello y para ver hasta qué punto catalizó el devenir de la existencia en Lestat al final del libro, lo analizaremos semióticamente desde el punto de vista de sus auténticas protagonistas: Mekare y Maharet.


(Portada de La reina de los condenados de Anne Rice para México.)


La narrativa del libro destaca por su diversidad. Aunque Lestat la cuenta y escribe, hay un narrador omnisciente extradiegético[1] fuera del desarrollo narrativo de los hechos, pero también uno intradiegético, apenas identificable. El primero lo incluye Lestat para darse a entender, mientras el segundo es Mekare: ella “cuenta” su pasado con imágenes telepáticas, y Maharet las decodifica y transmite. Todo para que sus lectores –ficticios y reales- sepan lo que hacen los demás vampiros, antes, durante y después de la masacre de Akasha, y que no se pierdan en la lectura.

Al iniciar La reina de los condenados, Lestat cuenta qué pasó diez noches antes del fatídico concierto de San Francisco en 1985[2]. Ofrece una reconstrucción de los hechos saliendo de los estrechos líricos confines de la primera persona del singular y zambullirse, como miles de escritores mortales han hecho, en las mentes y almas de “personajes diversos” para lanzarse al mundo de la “tercera persona” y del “múltiple punto de vista” (Rice, 2009: 18) y difundir todo lo que otros le contaron. Hace de su narrador omnisciente extradiegético –N.O.E. para abreviarlo- otro mediador para describir la ira de los vampiros caídos por la publicación de Entrevista con el vampiro y Lestat el vampiro; su intento para para boicotear el concierto; y el error de Marius de despertar a Akasha con videos de Lestat, aniquilando a Enkil a su paso. Pero al comenzar “La leyenda de las gemelas” –el siguiente capítulo- observamos ya cómo Mekare interviene en la narrativa para contar su pasado en imágenes, tanto a vampiros que leyeron ambos libros como a humanos, convirtiéndola en la heroína oculta y "silenciosa" de la historia:

Un arqueólogo humano es el primero en ver lo que dice Mekare: “Akasha es responsable de concebir la raza vampírica, de violentar a las gemelas que intentaron impedirlo. Ella ha despertado para extinguirlos y crear una estirpe nueva y dirigirla como lo hizo milenios atrás, y su enemiga declarada –Mekare en este caso- también lo ha hecho, pero para destruirla”. Todo ese sentido y contexto se hallaba grabado en tres jarrones que contaban “La historia de las gemelas” –de ahí el nombre del capítulo- y finalmente develado por aquél hombre, y aunque las reliquias databan de distintas fechas[3], fue el primero y único en confirmar que tal hecho fue difundido en dos mundos completamente distantes, aunque nadie le creyó. Maharet lo hizo para hallar a Mekare; pero sería el despertar de Akasha en la Noche de Halloween –el día del concierto de Lestat- y las decisiones de Jesse Miriam Reeves lo que la motivarían a hacerlo.  

¿Cómo sabemos que el mensaje de Mekare es justamente ese? Porque usa marcas semánticas, cuyo discurso sólo es comprensible para quienes hayan leído y conocido Entrevista con el vampiro, Lestat el vampiro y su pasado en La reina de los condenados. Se trata de un código con proyecciones connotativas que contribuirán a la constitución de una o más unidades culturales (Eco, 2006: 138) en cuanto conozcan a Maharet, y ella denote el contenido de la expresión y la connotación de su contenido (139), haciéndolo claro tanto para ellas y ellos como para sus lectores reales[4].

Las imágenes telepáticas de Mekare son un rompecabezas que van construyéndose para unos, pero no para otros. En “La breve y feliz vida de Baby Jenks y la Banda del Colmillo”[5], el N. O. E. de Lestat lo explica en diversos vampiros caídos que lo malentendieron: Jenks no se compenetró con el mensaje “tras ver en un sueño” a unas gemelas pelirrojas, dos bonitas señoras, y luego todo lo que les sucedía, tan horroroso. [Algo que] no le gustaba ni pizca, y se sentía tan sola que temía enloquecer (Rice, 2009: 60); Davis lo prefiguró, creyendo que La Vieja Asamblea de Central West End[6] era responsable de evocarlo para que no entrasen en sus propiedades; y Laurent sólo intuyó la importancia de llegar sano y salvo a San Francisco de lo que estaba ahí afuera[7]. Estas reacciones Mekare no las entiende, y por imaginar que "todo mundo lo captaría inmediatamente", sólo condujo a la ruina a muchas y muchos como ella[8].

El comunicado telepático, sin embargo, genera interés en otros seres vampíricos para comprender su sentido, y la primera en hacerlo sería Pandora: partiendo de un mensaje recibido por Marius en “La diosa Pandora” -siguiente capítulo-, vislumbra que Akasha tiene la culpa; pero al desconocer su relación con la historia de las gemelas, creyó pertinente visitar a Azim para que se lo aclarase. Poco lo consigue, pero por su experiencia mayor a 2 mil años de existencia, le comparte su teoría:

-Es un aviso –dijo él-. Llega una y otra vez, resonando a través de una cadena de oyentes que lo transporta desee sus orígenes en algún lugar distante. Todos estamos en peligro. Luego le sigue una llamada de socorro, más débil. Socorrerlo para que pueda intentar conjurar el peligro. Pero en esto hay poca convicción. Por encima del todo, es el aviso a lo que quiere que prestemos atención.
-Las palabras, ¿cuáles son?
(…)
-Dos mujeres, pelirrojas. Les ocurren cosas terribles. Vienen a mí en visiones inquietantes y perturbadoras poco antes de abrir los ojos. Veo a esas mujeres violadas ante una corte de espectadores. Sin embargo, no sé quiénes son ni dónde tiene lugar el ultraje. Y no soy el único a preguntar. Allí afuera, esparcidos por el mundo, hay otros dioses oscuros que tienen el mismo sueño, otros dioses a quienes les gustaría saber por qué este sueño viene ahora a nosotros.
“¡Dioses oscuros! No somos dioses”, pensó ella con menosprecio (Rice, 2009: 94-95).
Para Pandora, el planteamiento de Azim confirma que “alguien trata de comunicarse” –Mekare en este caso-: su intención no es provocar la muerte de los vampiros, sino impedirla en la medida de lo posible. Usa la alarma de Marius para explicarse y para que entiendan por qué deben evadir a Akasha. Pandora se apropia de ese significante porque sabía que su raza no era divina y eso le permitió vivir –había pretendido serlo en la India durante 500 años hasta en la época de Luis XIV sin llegar a nada-. Azim, por su parte, no lo ve así, y por apegarse a tal idea congregando gente para alimentarse y transformarla, no sólo terminó aniquilado por la reina, sino también desengañado. Pandora, en esencia, supo detectar uno de muchos contenidos diferentes y relacionados entre sí, como un texto cuyo contenido es un discurso a varios niveles. (Eco, 2006: 96), y gracias a eso conoció luego a Maharet y a su destinataria.

“La historia de Daniel: el favorito del diablo, o el muchacho de Entrevista con el vampiro -episodio siguiente- marca otro resultado en Armand y Daniel Molloy[9] al codificar las imágenes de Mekare como un texto simbólico: antes de captarlas, el primero ya le había corroborado al segundo que el testimonio de Louis y Lestat en sus libros eran genuinos, y que su deseo por obsequiarle La Isla de la Noche en vez de cambiarlo se debía, en parte, a alejarlo ante cualquier peligro; pero cuando el mismo apareció en la figura de Akasha con la destrucción de su especie y el mensaje de Mekare, Armand no sólo captó que la historia de las gemelas se iba profundizando, sino que la violación de una de ellas dio fruto al nacimiento de una hija –Miriam- y que su existencia debía darse a conocer. Tal revelación, para Daniel, se volvería un justificante para ser un vampiro y cumplir con otro objetivo de Mekare: “ir a ver a Lestat en San Francisco si necesitaba de Armand, y más si iba a tener lugar una batalla”.

“Khayman, mi Khayman” -siguiente capítulo- es una pieza más para armar el rompecabezas que Mekare: “quiere un aliado redimido que rescate a los vampiros que Akasha ‘permita vivir’ para controlar a Lestat, y que a su vez los congregue con Maharet para que codifique lo que está diciendo”. Khayman es de los pocos que ve a Akasha antes del concierto y vive para contarlo, y sin que la reina lo analice, cataliza el inicio de su ruina, pues sus acciones genocidas se convertirían en motivo para que su ex-mayordomo fuese a frenarla nuevamente[10].

“La historia de Jesse, La Gran Familia y La Talamasca” -episodio siguiete- es el más importante de todos, tanto por presentar a Maharet como por revelar dos pilares que definirán casi toda la obra: La Gran Familia y La Talamasca. En lo primero sabemos que la familia son descendientes de Miriam –la hija de Maharet a través de Khayman- siendo Jesse su descendiente a imagen y semejanza de ella; y en lo segundo -la agrupación-, por ser una agrupación de humanos con facultades psíquicas que investigan y resuelven casos paranormales, hasta el punto de archivarlos y saber sobre la existencia de los vampiros. Ambos harán  que Jesse intuya sobre Mael, Eric y Santino; el origen de Maharet; el rol de ésta como Guardiana de La Gran Familia; el ingreso de la joven a La Casa Madre –vía Aaron Lightner-; el descubrimiento de Entrevista con el vampiro –vía David Talbot-; su insospechado encuentro con el espíritu de Claudia en el Rue Royale en Nueva Orleans; que vaya a San Francisco; y que haga que Maharet se decida a intervenir en la segunda parte de la trama como la heroína presencial que-debió-ser[11]:

 Antes de La Noche de Halloween, Maharet supuso que ser guardiana de su prole era suficiente como para garantizar la existencia de los humanos y vampiros. Se forjó un canon de conducta que le permitiría convivir alternadamente con ambas razas, y al mismo tiempo, crear un vínculo eterno con los descendientes de Miriam; pero por subestimar la curiosidad de Jesse y el deseo de ésta por seguir un modo de existencia más abierto, intentó desinteresarla por los orígenes de La Gran Familia, abduciendo sus recuerdos. Tal proceder hizo que la joven se distanciase definitivamente de ella y su sistema canónico, y al momento en que la vampira se enteró que iría a San Francisco sin importar las circunstancias, no sólo trató de salvarla, sino que casi entendió el mensaje de Mekare.

La evolución de Maharet fue tardía por no destruir una meta e ideología redentorista que ya estaban muertas: Aunque Khayman rescató a Gabrielle, Louis, Armand y Daniel durante La Noche de Halloween, y ella –acompañada por Mael y Eric- logró lo mismo con Pandora, Santino y Marius según nos lo narra el N.O.E. de Lestat, nada impidió que su protegida fuese ataca por un vampiro desconocido, y pese a que La Talamasca y David Talbot ocultaron eso y el genocidio vampírico de Akasha, la coprotagonista no tuvo opción que transformarla e incluirla a su mundo. Es importante recalcarlo porque la transición de Maharet abre la puerta al lector para que sepa quién es Maharet y por qué Mekare llamaba a Akasha: “la reina de los condenados”.

Mientras Lestat veía morir también su objetivo y primer arquetipo vampírico por Akasha[12], Maharet –ya como codificadora- explica lo sucedido a lo largo de la tercera parte del libro: en “Marius: reunión” confiesa que pudo haber sepultado al Rey y la Reina bajo el mar y destruir a los demás; que no lo hizo porque no quería cargar la responsabilidad de Marius, y porque todas las cosas vivientes estaban en peligro. También explica el hipotético destino de aquellos vampiros que no fueron liquidados por Akasha con estas palabas y las del N.O.E. de Lestat:

    -¿Nosotros somos lo que queda? –inquirió Marius-. Aparte de la Reina, del príncipe travieso[13] y… -se interrumpió.
    Una oleada de callada confusión recorrió a los demás. La gemela muda, ¿dónde estaba? ¿Cuál era el misterio?
    -Sí –respondió Maharet sobriamente-. Aparte de la Reina, del príncipe travieso y de mi hermana. Sí, somos los únicos que quedamos. O los únicos que quedamos que cuentan[14] (Rice, 2009: 368-369).  

Al leer la 1ª Parte de La Historia de las Gemelas -siguiente capítulo-, Maharet cuenta que ni su hermana ni ella eran el enemigo, sino los restos de Amel dentro de Akasha: cuenta cómo era su vida como médiums para ayudar a los espíritus y realizar “la gran lluvia”[15] a cambio; también la antropofagia que hacían hacia los difuntos para consumir la cantidad de energía que les quedaba, y que, por fomentarlo tras llegar al sudoeste del valle el Nilo, no esperaban que sus nuevos monarcas de Kemet –Enkil y Akasha- combatiesen sus costumbres para arraigar el culto a la diosa Innana, incluyendo el interés por la reina para saber más sobre estas almas.

El encuentro con Akasha y Enkil coincidió cuando Mekare y Maharet intentaban controlar al espíritu Amel por matar a su madre en “el Tiempo Anterior a la Luna”, y que ambicionaba ser corpóreo y espiritual, más allá de las limitaciones humanas y las suyas como fantasma: el mismo en que Mekare tuvo visiones sobre la futura existencia de los vampiros. Ella fue de las pocas en advertir el riesgo de invocarlo cuando la reina lo desease. Amel supuso que si la hacía su marioneta consolidaría sus objetivos, pero nunca imaginó que por complacer sus caprichos o pretender ayudar a Mekare, catalizaría una serie de eventos que ni él mismo saldría beneficiado.

Las acciones de Amel son clave para interpretar las primeras imágenes que Mekare difundió al arqueólogo: desmitifican quién se interesó sobre el tema de los espíritus y su víctima, y lo que sucedió después. En Lestat el vampiro El Viejo Vampiro[16] dijo que fue Enkil, pero las gemelas aseguran que fue Akasha porque quería saber qué le dijo su madre en la noche que murió y ya no podía hablar; por qué su hermana detestaba su compañía; si su hijo se haría un hombre fuerte y valiente; si sabían sobre la vida del más allá y la voluntad de los dioses. Quienes lo hacían respondían sólo sus preferencias sobre la musicalidad y el ritmo del lenguaje; el presente que vivían sin importarle las plegarias; su vida errante o elevación; e indiferencia sobre su destino si fueron “buenas” o “malas” en vida; y si lo hacía Amel era más para darse a conocer y leer su mente que para responderle. Él acaba robando el collar de la madre de ésta para someterla, y por hacerlo la convierte en un ser, parte carnal y espiritual, que, lejos de someterla, terminará convirtiéndola en la primera vampiro del mundo para hacerle lo mismo a Enkil[17]. Es ahí donde adquieren sentido las otras proyecciones que Baby Jenks y Laurent no entendieron, pues al describir la violación de Maharet y Mekare por la retaliación que hizo la primera contra Akasha y cómo Enkil obligó a su mayordomo a hacerlo, comprendemos cómo los espíritus las condujeron a los pueblos beduinos para que Maharet diese a luz a Miriam y pudiesen criarla; y el primer intento de Khayman por redimirse en el buen sentido pidiendo que regresen a Kemet para liberar a los reyes de extraños comportamientos.

La 2ª Parte de la Historia de Las Gemelas -episodio siguiente- decodifica el preámbulo del mensaje que observaron Pandora y Azim –el intento de golpe de Estado de la Corte contra Akasha y Enkil, ya vampirizados; el descubrimiento de su inmortalidad y poderes; su mantenimiento en el poder leyendo las mentes de sus súbditos; y el temor de Khayman de que Ra se hubiese vuelto contra ellos-, y en el capítulo que la concluye -Historia de Las Gemelas: Final- comprendemos su coherencia por ser una interacción de códigos asistido[18] que Armand, Daniel, Jesse y los demás comprendieron, vía Maharet: Mekare fue responsable inconsciente de que la dejasen muda; que cegasen a su hermana; que las convirtiesen por un Khayman recién vampirizado; que perdiesen su vínculo con los espíritus por tomar la sangre, incluso la de los malvados; que intentasen frenar el “Culto a la Luz de la Luna Llena”[19] fundado por Akasha y Enkil sin lograrlo; que fuesen desterradas; y ya separadas –una en la costa oriental de África inferior y otra en Sudamérica-[20], que Khayman finalmente se revelase contra ellos y encarase a sus seguidores en diversas partes de la Europa Antigua y los derrotase, pese a que no pudo aniquilarlos. Maharet procuró que no la juzgaran por catalizar la tragedia porque despertó de su letargo cuando sintió el de Akasha. Hizo ver que las imágenes eran su forma de hablar tras perder el habla y que le “pidió traerlos a su casa bajo tierra” para que supiesen todo –incluyendo el origen de La Gran Familia- y ganase tiempo a que llegase ella si Akasha –con todo y Lestat sometido- lo hacía primero, pese a que aún no se veían. 

La penúltima parte del libro –igualmente llamada La reina de los condenados- es una confrontación ideológica que culmina con la muerte de un ídolo de la caverna[21], pero vampírico. Lo podemos apreciar según la visión de Akasha:

(…) Todos estos siglos permanecí sentada en mi trono, en la cripta de Marius; soñé que la tierra era un jardín, un mundo en el que los seres vivían sin el tormento que continuamente oía, percibía. Soñé en pueblos consiguiendo la paz sin tiranía. Y entonces, la absoluta simplicidad del plan me sorprendió; fue como la llegada de la aurora. Quienes pueden llevar a cabo un sueño así son las mujeres; pero sólo si se retira a todos los hombres, o casi a todos los hombres (Rice, 2009: 583-584.).
Maharet nunca creyó que el plan de Akasha fuese resultado de la locura. Supuso que se dejó disponer y educar en la experiencia de los poderes de Amel para “sustentar” su redentorismo imaginario[22] y “ser-ese-ídolo”. Tampoco se atrevió a encararla porque supo que no era su enemiga, sino la de Mekare por haber evolucionado antes que Akasha. El que permitiese el cumplimento de su maldición matando a la reina no fue por cobardía, sino porque corroborró el mensaje codificado en los actos de su hermana: Mekare mató a Akasha “sin palabras” porque destruyó el ídolo de la caverna vampírico encarnado en su enemiga. Se consolidó como heroína genuina por consumir los poderes de su rival caída dentro de sí, y al hacerlo, permitió que Lestat replantease otro sentido a su existencia.

 El desenlace de La reina de los condenados, efectivamente, marca un devenir ideológico en Lestat y los vampiros sobrevivientes. Interactúan catártica y pacíficamente en La Isla de la Noche sin que nada ni nadie les impusiese su estilo de vida: Armand y Santino juegan ajedrez; Marius se adentra a otras lecturas; Gabrielle hace sus salidas nocturnas solitarias desde la partida de Jesse; Khayman revela secretos sobre Mileto, Atenas y Troya a Daniel, quien vive su historia como un espectáculo; Pandora se embebe en la televisión y moda de fin de siglo; y Maharet y Mekare –acompañadas por Jesse, Mael y Eric- conviven juntas en la villa de Sonoma tras milenios de ausencia. Para Lestat significó escribir el libro homónimo y hacerlo un personaje más. Ninguno se reusó a que lo publicase porque ya nada impedía hacerlo. Terminó interactuando con Louis, quien también buscaba dejar atrás su pasado, aunque lo motiva a reencontrarse con el espíritu de Claudia. Su proceder simboliza el fin de un ciclo y el inicio de otros.

Para Rice, tal comienzo será el detonante inconsciente de nuevas Crónicas Vampíricas y sagas que, lejos de abordar “temas de poca trascendencia”, tratarán cambios existenciales más fuertes en sus personajes con la visita inoportuna de Lestat a la Casa Madre de La Talamasca y su encuentro con David Talbot al final del libro. Sus siguientes obras –El ladrón de cuerpos y Memnoch el diablo- revalorizarán el sentido de ser vampiro en su protagonista, así como su desidealzación absoluta por El Dios Terrenal y su “enemigo” encarnado en el ángel Memnoch. La reina de los condenados se convertirá, en resumen, en la apertura de una Caja de Pandora que será imposible de cerrar.

BIBLIOGRAFÍA

*Aceves Magdaleno, José. (1983), Filosofía: introducción e historia. (197-198). México: CruzOsa.
*Beristáin, Helena. (2004). Diccionario de retórica y poética. México: Porrúa.
*Campbell, Joseph. (2010). El héroe de las mil caras: psicoanálisis del mito (26-229). México: FCE.
*Eco, Umberto. (2006), Tratado de semiótica general. (14ª ed., 15-259). México: Debols!llo.
*H. Morando, Ale. (2014). Anne Rice anuncia el regreso de las Crónicas Vampíricas con el libro “Prince Lestat”. Revista Rolling Stone. Obtenido en su fuente original en español el 4 de mayo de 2014. En: http://rollingstone.com.mx/blogs/anne-rice-anuncia-el-regreso-de-las-cronicas-vampiricas-con-el-libro-prince-lestat/
*Reporte Índigo (Productor) y Ramón Alberto Garza (Director). (2011). Enrique Krauze, 2012 y el giro a la izquierda. México. Reporte Índigo. Obtenido en su fuente original en español el 14 de mayo de 2014. En: https://www.youtube.com/watch?v=XLtHbhJepF0
*Rice, Anne. (2009), Entrevista con el vampiro. México: Zeta Bolsillo.
________. (2010), Lestat el vampiro. México: Zeta Bolsillo.
________. (2009), La reina de los condenados. México: Zeta Bolsillo.
*Tacca, Oscar. (1973), Voces de la novela. Madrid: Gredos.


[1] En Las voces dela novela, Oscar Tacca afirma que hay varios tipos de narradores: el omnisciente que sabe todo el contexto de la trama; el equisciente, que lo va conociendo; y el deficiente, que poco o casi nada comprende.
[2] Toda la trama acontece en 1985, y Lestat desarrolla toda su crónica vampírica tres años luego del hecho.
[3] En La reina de los condenados siempre se hace mención sobre las jarras, cuando Maharet narra su historia: la descubierta en Monte Carmelo y hecha por ella tenía 6,000 años de antigüedad; la de Huayna Picchu en Perú y grabada por Mekare hace 5,000; y la de Palestina exhibida en un museo de Berlín hace 4,000. Las gemelas las hicieron en un intento por ubicar el paradero de la otra y reencontrarse.
[4] La reina de los condenados se divide en cinco partes: “Por la senda del vampiro Lestat”, “La Noche de Halloween”, “Así fue en un principio, es ahora y será siempre”, “La reina de los condenados” y “Un mundo sin final, amén”. La dos primeras representan lo que Mekare dice, a priori; la segunda, su captación; la tercera, su decodificación, vía Maharet; la cuarta, su sentido; y la última, la reflexión sobre ello.
[5]La Banda del Colmillo representa a una de muchas agrupaciones vampíricas menores. Aunque la mayoría eran miembros jóvenes como Killer, Tim, Russ y Baby Jenks, algunos mayores como Davis también participaban, aunque sin ser líderes.
[6] La Vieja Asamblea de Central West End en St. Louis era lo opuesto a grupos como La Banda del Colmillo. Sus integrantes eran más organizados, vivían lujosamente para disfrazar su apariencia, incluían a quienes fuesen más responsables y les hacían grandes ceremonias tras convertirles. Se sabe implícitamente que Eugénie y Felix –dos de los cuatro antiguos miembros de la otrora Asamblea de Los Hijos de las Tinieblas que conocieron a Lestat en Lestat el vampiro- lo integraban porque Laurent no se separaba de ellos. Sobre Eleni, es imposible saberlo.
[7] Aunque nunca citan sus nombres, el libro infiere de Eugénie y Felix murieron quemados ante la presencia de Laurent. Éste trató de huir con Baby Jenks tras caer La Banda del Colmillo, pero también cayó al igual que ella por Akasha. Si Eleni –la cuarta integrante de la Antigua Asamblea de París de Los Hijos de las Tinieblas- se separó de sus camaradas antes del hecho y se escondió y sobrevivió como otros vampiros está sujeto a muchas interpretaciones.
[8] Mekare comete el típico error que el héroe o heroína oculta hace al difundir un mensaje sin contexto: supone que los lectores-personajes de Entrevista con el vampiro y Lestat el vampiro sabrán inmediatamente que “la música de Lestat despertó a Akasha, capaz de violentar a mujeres inocentes, dejarse poseer por un espíritu maligno como Amel para controlar a otros, e incluso matarlos a todos, si no acuden con Maharet para evitarlo” sin saber lo que está ocurriendo. La vampira depende excesivamente de implícitos, cuyo significado sobreañadido a otro significado literal es una información proporcionada de cierto modo [por ella] que permite negar la responsabilidad de su enunciación (Beristáin, 2006: 110.), y por no especificar imágenes explícitas que implicasen “esconderse”, “alejarse”, “ignorar la música” o “no tomar sangre de gente inocente”, sin desearlo, causó la muerte de un sinnúmero de vampiros.   
[9] Ese el nombre del humano que entrevistó a Louis de Point du Lac en Entrevista con el vampiro y quien la transcribió y publicó como novela en 1976. Es en La reina de los condenados donde finalmente conocemos su nombre y lo que hay detrás del personaje.
[10] En Lestat el vampiro, El “Dios del Bosque” que transformó a Marius y El Viejo Vampiro que custodiaba a Akasha y Enkil afirmaron que muchos de los seguidores de ambos perecieron por un fuego inadvertido porque intentaron acabar con ellos. En la primera vez, Khayman los debilitó propagando el culto al sol para sustituir el de la luna de ellos, y que los humanos pudiesen quemar sus cuerpos; en la segunda, El mismo Viejo trató de repetirlo para librarse de ellos, aunque vampiros como Eudoxia, Ahbar, Avicus, Azim o “El Dios del Bosque” casi cayeron por su imprudencia.
[11] Joseph Campbell define al héroe como aquel “hombre o (…) mujer que ha sido capaz de combatir y triunfar sobre sus limitaciones históricas personales y locales y ha alcanzado las formas humanas generales, válidas y normales.” (2010: 26). Partiendo de ahí, denominamos héroe/heroína presencial al personaje que ya cree serlo auténticamente, pero se vuelve un antagonista consecuente por no respetar el punto de vista del héroe/heroína en ciernes, desatender el mundo incógnito en el que vive y desconocer a su verdadero enemigo. Suele ser el coprotagonista de la obra, que cae víctima de las acciones provocadas por el antagonista auténtico sin siquiera identificarlo. Busca vencerle siguiendo un canon de conducta que acaba pervirtiéndole, y solamente vuele al camino del héroe/heroína cuando la voluntad de poder del espíritu de alguien –casi siempre el del héroe/heroína oculto- le hace ver sus faltas y las acepta para poder cambiar.
[12] Lestat quiso ser la personificación del mal si develaba los secretos de los suyos al mundo humano. Pero al hacerlo vio morir su objetivo: con la destrucción de vampiros, como Baby Jenks, La Banda del Colmillo, Laurent, Eugénie, Felix, Azim y su séquito; el verse obligado a hacer lo mismo a otros; su impotencia al no salvar a nadie más; el desconocer la historia de las gemelas y no estar al lado de Gabrielle y los demás, entendió que no ganaría nada siguiendo a Akasha; y con la existencia de sus allegados pendiendo de un hilo, creyó que lo mejor era ganar tiempo y escuchar a su captora, mientras Maharet fraguaba algún plan.
[13] “El príncipe mocoso”, en el original al inglés.
[14] Este comentario es el más relevante de la primera saga de las Crónicas Vampíricas. Sin él, las siguientes, las Nuevas Historias de Vampiros, El príncipe Lestat y Paraíso de sangre serían imposible de concebir para Rice: abre la posibilidad de que otros vampiros, como Estelle, Celeste y Eleni, hubiesen sobrevivido. De hecho, la aparición de nuevos, como Bianca, Flavius, Ursula, Vittorio, Petronia, Arion, Avicus, Zenobia, Thorn y Arion, y que Lestat confesase la existencia de veinte más en el mundo en Memnoch el diablo –la quinta crónica-, confirma la aseveración de Maharet en ese sentido.
[15] Maharet usa metáforas, como “El Tiempo Anterior a la Luna” o “realizar ‘la gran lluvia’: la primera refiere a cuando el satélite natural  –según ella- todavía no tenía forma, mientras la segunda,  a una demostración de poder que funcionaba como un gran bálsamo para las almas de su gente. Connota su descripción del mundo y de Mekare seis mil años atrás.
[16] Este personaje fue custodio de Akasha y Enkil luego que Khaymann intentó incinerarlos bajo el culto a Amón-Ra. Al sobrevivir engatusaron al Viejo Vampiro para que fuese su guardián y fomentase la adoración hacia ellos. Fue responsable en distribuir la sangre de Akasha a nuevos vampiros, como Akbar, Eudoxia, Avicus y “El Dios del Bosque” y quiso terminarlo repitiendo la acción de Khaymann sin lograrlo. Fue liquidado por Marius en Lestat el vampiro porque Akasha lo eligió su nuevo protector, pese las objeciones de Ekil.
[17] La conversión de Enkil en la 2ª Parte de la Historia de Las Gemelas también desmiente la versión del Viejo Vampiro de que “fue el primer bebedor de sangre”: el Rey intentó rescatar a Akasha del aire místico de Amel, y por eso, una parte de éste se integró en él también. Esto hizo que la conciencia del espíritu desapareciera, y lo único que sobrevivió fueron sus poderes espirituales y cambio de personalidad que darían forma a su conducta vampírica con El Don Oscuro.
[18] Un aspecto típico de la heroína/héroe oculto es su inicial falta de precisión al comunicar su mensaje: por no individuar el código ni sustituirlo por ningún otro distinto, el que recibieron los vampiros caídos por parte de Mekare se convirtió en “ruido” para ellos. Por ello, la vampiro supo que tenía que darles contenidos posibles y diferentes (Eco, 2006: 220-222.) para salvar a los sobrevivientes con ayuda de su hermana –lo que llamaríamos una interacción de códigos asistido-, y con su proceder no sólo habló correctamente desde su mente, sino que se reivindicó a sí misma para ser heroína oculta.  
[19] Akasha y Enkil imaginaron que su condición de muertos vivientes era una magia destinada para ellos “porque se habían convertido en dioses”. Suponían que si hacían lo mismo con otros –dentro y fuera de su reino- serían bendecidos por sus divinidades, por lo que fundaron el “Culto a La Luz de la Luna Llena”. Pretendieron ser Isis y Osiris redentores durante milenios, propagando sus “creencias” a culturas, como la egipcia, mesopotámica, micénica, germánica y céltica. Esto abrió la puerta a que los humanos los tomasen por Nannar y Enki, Rea y Cronos, Freyja y Frey, Frigg y Odín, pero también a Khayman como su dios antagonista: el último aprovechó los mitos para eliminar a los seguidores de los otrora reyes de Kemel, y aunque casi los liquidó, su supervivencia duró hasta la época del Viejo Vampiro.
[20] Cuando leyó las mentes de Mekare y Maharet, Akasha las culpó de traer a Amel, pese a que “los había divinizado”. Nunca creyó que el ser de aquél se había fragmentado dentro de Enkil y de ella. Mudó y cegó a la primera y segunda luego que Mekare la maldijo en destruirla, y aunque obligó a Khayman a transformarlas y adoctrinarlas pese a que casi es derrocada por ellas, terminó tapiándolas dentro de dos sarcófagos y las arrojó hacia dos rumbos opuestos del Mar Mediterráneo.
Maharet llegó a una costa oriental de África inferior, mientras Mekare, a Sudáfrica, abriendo la posibilidad que, por emular a Akasha para matarla, influyó a las culturas preincaicas y mesoamericanas, hasta que se aisló del mundo. Si ella uso  también el desdoblamiento de aura como Akasha y Enkil para moverse por doquier mientras su cuerpo yacía inmóvil como sucedió después con Lestat, está sujeto a interpretaciones.   
[21] El ídolo de la caverna es uno de los cuatro que Francis Bacon afirmó que debían destruirse por impedir el progreso humano y alcanzar “el saber como poder”. A diferencia de los de “la tribu” –comunes a la especie humana-, los de “la plaza” –nacidos del trato mutuo repitiendo lo que oye sin pensar por sí mismo- y los del “teatro” –como ideas que se mantienen por venir de una tradición, los de “la caverna” representan la tendencia humana de verlo todo de acuerdo con su propia disposición, educación y experiencia (Aceves Magdaleno, 1983: 197.). Ídolo que finalmente acabará con la vida de Akasha.
[22] Según Enrique Krauze, el redentorismo refiere a los supuestos redentores que toman los valores religiosos o ese perfil y lo transfieren a la esfera política. Consiste en la convergencia entre el culto a la personalidad y un fanatismo ideológico extremo (Alberto Garza, 2011: Reporte Índigo). En términos de la obra o de un manga, llamamos redentorismo imaginario a aquella conducta que adoptan el héroe/heroína presencial y la/el antagonista consecuente para salvar al mundo sin cortapisas o “justificando” sacrificios. Surge como resultado de asimilar mal el contexto y situaciones del mudo incógnito bajo dogmas hasta que alguien le hace ver su error; y sólo el héroe/heroína presencial lo deja siendo uno verdadero a la par del que lo es en ciernes cuando al liberase, también elimina sus propios prejuicios y acaba –física, ideológica o simbólicamente- a su antagonista auténtico.
Maharet y Akasha cayeron en el redentorismo imaginario porque se idolatraron a sí mismas y a La Gran Familia y el masculinicidio humano-vampírico bajo ideas preconcebidas, pero la primera lo abandonó al transformar a Jesse Reeves y por entender el mensaje simbólico de Mekare por ser ésta la heroína oculta.